La vida son los miércoles: Mariela Michelena se sostiene en la psicología femenina

¿El mundo femenino es realmente incomprensible? Algunos indicadores parecen expresarlo. Sin embargo, creo que la mejor palabra que nos define es la complejidad, sin duda. Simone de Beauvoir muy bien lo dijo: “No se nace mujer: llega una a serlo”. Ser mujer es entonces adentrarse en esa urdimbre de naturaleza femenina, en un universo múltiple, complejo y, en especial, muy humano. Así observar Mariela Michelena a las protagonistas de su novela La vida son los miércoles.

La obra dibuja las vidas de unas incipientes cuarentonas a partir de la narración de sus anécdotas y vicisitudes contadas desde correos electrónicos, fragmentos de un diario y una historia clínica: “A partir de ahora ella sería la única dueña de su vida y de su tiempo, ¿Un logro? ¿Una renuncia? Seguramente las dos cosas. Volvía al escenario del libro de su vida con las manos vacías, con la cabeza gacha y con un cierto bochorno de reconocerse en la protagonista de aquel libro.”

Marina, Eva y Susana van contando parte de sus intimidades en soportes de escritura como correos electrónicos, diarios e historias clínicas, todos propicios para expresar sus miedos, inseguridades, penas, tinos y desatinos. La novela se va contando desde la historia personal de cada una, en los distintos espacios en los que van viendo pasar sus vidas: la felizmente casada, la profesional exitosa y la sumida en una relación tóxica. Este singular trío se toca los extremos, y se abraza en la experiencia de compartir sus vidas.

Michelena sabe de mujeres; no tanto por pertenecer al género como por su labor de psicoanalista, donde se ha dedicado a la reflexión sobre el comportamiento femenino desde distintas aristas, en especial, la del plano amoroso. Así lo demuestran algunos de sus libros anteriormente publicados: Mujeres que lo dan todo a cambio de nada (2015), Me cuesta tanto olvidarte (2012) y Mujeres malqueridas (2010).

 

Del psicoanálisis a la creación. 

“¿Dónde está la verdad y dónde está la mentira en todo esto? El mundo ideal que queda de este lado se nos vende como el único auténtico”, escribe la psiconalista en su primera obra de ficción: “En cambio, la vida miserable que llevamos todos los que vivimos como buenamente podemos, (…) esa vida de a pie que necesita un café caliente en taza de loza para desperezarse, parece falsa, imperfecta y fuera de lugar. Un mero trámite para alcanzar, alguna vez, con suerte, el sueño americano, esa felicidad que nos espera entre el vaso de plástico del Chobani y los escaparates de pantalones impracticables de Versace.”

Michelena es una connotada psicóloga que sin aires de grandeza literaria nos cuenta una historia en un tono ameno, sencillo, con diversos matices de voces –principalmente femeninas– que narran ciertos eventos que van conformando su tejido discursivo. No hay poses ni estilos prefabricados. Hay una autora que escribe, que cuenta ciertas fisuras y conjeturas que pueden hallarse en la historia de vida de cualquier mujer de este siglo.

“Me cuesta aceptar que en Caracas la vida sigue sin mí, pero, en esos casos, el puchero, esa nostalgia al revés de echar de menos algo que uno ha vivido, apenas dura unos minutos”

Hace su entrada a la ficción con una novela que, sin duda, se nutre de sus experiencias profesionales. Tres mujeres y un psicoterapeuta van dejando saber al lector qué los mueve interiormente en esa telaraña llamada vida. Los temas que salen a la luz no se circunscriben fielmente al tema de las relaciones de pareja; al menos no directamente: la diáspora venezolana nos coquetea sin tabúes ni discursos melindrosos en alguna parte de la historia de Marina; la maternidad que no llega y su lucha contra el reloj biológico que puede frustrar la tarea, y la propia confusión (¿profesional?) de un psicoterapeuta –la única voz masculina del libro– que debe enfrentarse con él mismo a través de una de sus pacientes, son parte de la temática que esta novela pone en el juego ficcional de su trama.

“Me cuesta aceptar que en Caracas la vida sigue sin mí, pero, en esos casos, el puchero, esa nostalgia al revés de echar de menos algo que uno ha vivido, apenas dura unos minutos. En cambio, las cosas malas, las situaciones comprometidas de las que me libro, esas sí dejan poso”, se lee en La vida son los miércoles: “No soy capaz de ir a un supermercado o a una farmacia sin que se me revuelva algo en las tripas. Me siento culpable de poder volver sola a mi casa a las diez de la noche, sin pensar que me estoy jugando la vida.”

Sin duda, Mariela Michelena conoce el universo femenino. Su labor como psicoanalista así ha quedado demostrada. Seamos entonces los lectores quienes decidamos sobre el mundo literario aquí recreado a partir de su práctica profesional.

 

Geraudí González (@PrincesaGera) es crítica literaria, académica, autora e investigadora de la “microficción” y actriz

 

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