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Arundhati Roy: “Mi mundo ha muerto. Y escribo para llorar su defunción”

Como la filósofa Gayatri Spivak (1942), la narradora y activista Arundhati Roy (1959) es una intelectual nacida en la India cuya obra es crucial no solo para comprender las realidades de su país, sino buena parte del panorama diverso y multicultural de los tiempos que corren. Además de la nacionalidad, el género y el oficio de la escritura las unen otras dos características que las convierten en testigos de excepción de los tiempos que corren: ambas ocupan la periferia de las sociedades donde viven —Spivak en Estados Unidos y Roy en Inglaterra— y son excepcionales polemistas, porque son capaces de comprender y analizar cada asunto en su contexto histórico sin olvidar las circunstancias geopolíticas, estrategia que muchos olvidan en la época del verbo encendido de las redes sociales.

Las palabras que titulan este texto —“Mi mundo ha muerto. Y escribo para llorar su defunción”— pertenecen a uno de su escritos y pueden tomarse por ars poética de la obra ensayística de Roy, mejor conocida en el mundo hispanohablante por su ficción, en las novelas El dios de as pequeñas cosas (1997) y El ministerio de la felicidad suprema (2017). Anagrama ha resuelto esta falta reuniendo en un solo volumen sus ensayos más importantes, incluidas las reediciones de las obras que esa misma editorial publicó en 2005 y 2006: Retórica bélica, El final de la imaginación y El álgebra de la justicia infinita. A estas se le suman ensayos más recientes como Mi corazón sedicioso, que da título al décimo octavo título de la colección Compendium.

El libro es una joya no solo por aquello que rescata, sino porque le hace honor a la visión poliédrica sobre la India que ofrecen los textos de Roy. Una perspectiva que ya querríamos encontrar sobre otras sociedades poscoloniales porque nos ayudaría a darle un sentido mas profundo a los hechos. Su crítica fundamental es a los grupos de poder, como los gobiernos, que crean los «espejismos que nos obligan a ir a tientas» ejerciendo nuestro derecho a la ciudadanía en la oscuridad, sin enterarnos muy bien de lo que ocurre a nuestro alrededor y de como hasta nuestra más encarnizada protesta se convierte en na pieza de la máquina que nos mantiene subyugados. Roy se refiere principalmente al Estado indio, pero sus reflexiones pueden ampliarse a muchas sociedades orientales y, cómo no, también occidentales.

Un ejemplo de lo anterior se encuentra en su crítica a la retórica bélica, impuesta en la India desde que ese país se convirtiera en una potencia nuclear. Denuncia que, en el fondo, tal lenguaje encubre la implementación del autoritarismo escondido dentro del viejo discurso nacionalista: “Aunque la idea de la India como una Hindu Rashtra (nación hindú) sea constantemente imbuida de un aura de longevidad, lo cierto es que es sorprendentemente reciente”, escribe Roy: “Y lo más irónico es que tiene más que ver con la democracia representativa que con la religión”.

Otra muestra de que muchos problemas de su país se deben a la manipulación de los políticos es la vigencia de la cultura de castas a pesar del lugar común que señala a la India como el país democrático más numeroso del mundo. Roy recuerda que, a lo largo de la mayor parte de la historia, la gente que en los últimos 50 años ha venido a declararse hindú se identificaba solo por el nombre de su casta. Es decir, que el nacionalismo hindú es una creación de la animosidad contra Pakistán, país que consideran principalmente una sociedad musulmana. “El nombre ‘hindú’ es en sí mismo un nombre extranjero”, apunta antes de explicar que así llamaban los musulmanes de la antigüedad a los habitantes del otro lado del río Indo.

Lo mejor de la prosa de Roy es que su profundidad y erudición no dificultan la lectura de los textos en Mi corazón sedicioso, porque escribe con prosa simple y con maestría en el uso de la ironía y el sentido del humor. Los títulos como “Guía del imperio para las gentes sencillas”, “¡Pruebe la democracia imperial instantánea!” y “¿Disfrutan los pavos el día de Acción de Gracias?”, entre otros, dan cuenta de su divertido sarcasmo.

 

Michelle Roche Rodríguez (@michiroche) es narradora, periodista y crítica literaria. Es autora de la novela Malasangre (Anagrama, 2020), del libro de relatos Gente decente (Premio Francisco Ayala, 2017) y del ensayo Madre mía que estás en el mito (Sílex, 2016). Su página web es http://www.michellerocherodriguez.com

 

El retrato de la autora fue tomado por  Mayank Austen Soofi.

 

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