Trilogía de la guerra, la novela “total” de Agustín Fernández Mallo

Cuando se piensa en una novela leída, de manera involuntaria se piensa también en el tema sobre el que versa. Algo no necesariamente concreto pero que sí orienta sobre el contenido del libro. Con Trilogía de la guerra (Seix Barral, Premio Biblioteca Breve 2018) es difícil establecer esta asociación, pues se trata de una novela que habla de casi todo. Si se dijera que la violencia, o mejor, la guerra, que va en el propio título, es el tema del libro, no sería suficiente. Agustín Fernández Mallo ha escrito una novela total en la que todo tiene cabida: desde el primer neandertal hasta el último tuitero.

En una caleidoscópica propuesta que aúna disciplinas como el arte, la política, la antropología —analiza los orígenes de las comunidades y reflexiona sobre las civilizaciones—, la ciencia y, por supuesto, la literatura, el escritor ha construido tres historias —tres libros, en realidad— que podrían ser leídos de manera independiente. Sin embargo, la intención unificadora del autor no es casual. Es la novela más narrativa de Fernández Mallo, aunque continúa con su apuesta por la literatura fragmentaria, “una manera de narrar estableciendo enlaces a muchos acontecimientos, huellas, momentos, lugares, objetos, filosofías o personajes”, según cuenta el propio autor para Colofón Revista Literaria.

Trilogía de la guerra es una novela compleja —“sí, pero no complicada”, matiza el autor— con una cantidad ingente de información que divaga en recuerdos y subtramas, dentro de un artefacto multidisciplinar que, aunque a veces se deje llevar por el tono ensayístico, no pierde el sentido propio de la novela. La intrahistoria es un elemento principal en la concepción de este libro. Va más allá de la subtrama, pues son relatos completos que a veces se presentan camuflados en mitad de un diálogo incluido en la historia principal. La habilidad del escritor reside en que después de cada intrahistoria el lector es capaz de seguir conectado a la novela.

Cada uno de los libros, siempre protagonizados por un único personaje que habla en primera persona, se conecta con el otro por determinadas piezas que actúan como leitmotiv y conforman un relato cuyo destino es que estas piezas encajen. Así, la primera frase del libro, “Damos por supuestas tantas cosas”, anuncia el verso/aforismo de Carlos Oroza que se repetirá de forma continuada a lo largo del libro: “Es un error dar por hecho lo que fue contemplado”. Fernández Mallo habla de “hilos poéticos, elementos que generan metáforas que van uniendo los diferentes y muchos escenarios. Crees que están olvidadas y de pronto aparecen, resuenan, brillan, y se ocultan de nuevo. No concibo la narrativa sin esta clase de mecanismos”.

“Todos los humanos, por lejanos y desconocidos que seamos, estamos unidos por alguna guerra”, dice una de las frases del libro. Si hubiera que hablar de un elemento trascendental en esta novela sería la guerra, o cómo la historia de los pueblos es interrumpida por la violencia y cómo la idiosincrasia de las civilizaciones se erige, fundamentalmente, en base a las contiendas que sufrieron. Fernández Mallo interpela al pasado y dialoga con sus muertos, aunque estos “viven” en el presente. Las experiencias anteriores irrumpen en el hoy de los personajes, que están construidos por una “arqueología inversa”, según el propio autor. “La mirada que sobre el pasado tienen mis personajes nunca es nostálgica ni de pérdida. Traen el pasado al presente para que ese pasado les diga cómo es la contemporaneidad, es un pasado que construye el presente”, dice el autor.

Trilogía de la guerra es un retrato del siglo XX y el siglo XXI, un repaso sobre las miserias del mundo y también sobre sus conquistas, un drama de amor protagonizado por la literatura y la historia. El primer libro aborda el manidísimo tema de la Guerra Civil, pero desde una postura nada convencional, a través de un relato que se descubre en Estados Unidos, donde Federico García Lorca Lorca y Salvador Dalí se convierten en personajes. En el trasfondo, una profunda reflexión sobre las redes sociales y las nuevas formas de comunicación, sobre la paradoja entre la necesidad del silencio y el peligro del aislamiento.

 

Mickey Mouse es una vaca.

Las reflexiones, expuestas de un modo brillante, cobran tal protagonismo en el libro que a veces parece que la trama es un pretexto argumental para proyectar el ideario del autor. En cada una de ellas, Fernández Mallo se cuela en el personaje y no vacila al introducir sus teorías, a veces extravagantes pero siempre curiosas, que van de la mano de una posición ante el mundo. También es un libro político —“Jamás una lengua es muerta”, dice en defensa del latín— que aborda temas tan candentes como el de los refugiados y tan poco influyentes para la sociedad española como el de las relaciones de pareja en la guerra de Vietnam. “Estamos en guerra: la de la conservación de la materia contra la desaparición de la carne, la de la memoria contra la desmemoria”, dice en otro de los pasajes.

El segundo libro, Estados Unidos de América (Mickey Mouse ha crecido y ahora es una vaca), tiene un argumento mucho más surrealista. La trama propone situaciones tan disparatadas como un vómito de George Bush (padre) que resulta ser una carta con forma de radiografía que su madre le envía desde el cielo. No falta un exorcista de alarmas ni un paquete Marlboro de placenta entre tantas estrambóticas escenas. Un cuarto astronauta a bordo de la expedición que, supuestamente, pisó la luna por primera vez rememora su vida, llena de altibajos y conflictos constantes con la realidad de Estados Unidos, analizado de forma exhaustiva desde un punto de vista identitario que se basa en su propia historia.

Una novela no debe perder la intención literaria. Por eso el autor no renuncia a la intriga y, entre tanta información, sabe escoger el momento idóneo para introducir la frase estremecedora, la que anuncia el misterio. Con el paso de las páginas, todo parece cobrar sentido en un mundo desconcertante, donde los personajes son perseguidos por el pasado y la muerte. También es una novela sobre la desaparición y sobre la memoria. Resuenan ecos de la Ley de la memoria histórica en el primer libro, de las versiones oficiales de los gobiernos que han reorientado el curso de la historia —“La excusa es el gran tema de nuestro tiempo”, dice en la novela—, de la situación de los refugiados en el tercer libro, etc.

Hasta la basura y el reciclaje son temas de debate en esta novela de reflexiones, que a veces rozan lo naíf, pero son expresadas con erudición y habilidad literaria, exponiendo toda la meticulosidad de quien no quiere perder un ápice de verosimilitud. La poética siempre está presente, tanto en contenido como en forma, en cualquier obra de Fernández Mallo. Es dueño de un universo muy personal que siempre va de la mano de la trasgresión. Tiene una fórmula: “Hay que escribir sin ir en contra de nadie, lo contrario no funciona. Escribir para agradar a los lectores es tan pernicioso y estúpido como escribir para desagradarles”.

Jaime Cedillo (@JaimeCedilloMar) es periodista, músico y poeta. Colabora con El Cultural, publicación del diario El Mundo y con otros medios de comunicación. Se graduó en Periodismo y Comunicación Audiovisual por la Universidad Rey Juan Carlos I y cursó el Máster de Crítica y Comunicación Cultural de la Universidad de Alcalá de Henares.

 

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