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Quiero, de Alejandro Palomas: Como si solo existiera ese sentimiento

Quiero del poeta, escritor y filólogo Alejandro Palomas es la suma de tres poemarios anteriores: Tanto tiempo, Entre el ruido y la vida, y Aunque no haya nadie. El libro presenta versos breves que nos hacen considerar cada palabra de forma independiente, ateniéndonos a su significado y significante. Hay un diálogo constante entre lo que dice el poema y quien lee, desde el otro lado, pero también hay un diálogo entre el poeta y la mujer ausente, e incluso un diálogo entre el poeta y su propio pasado: el que fue y que ya no será. La obra, en total, tiene una continuidad temporal manifiesta.

En la sección destinada a Tanto tiempo se habla del amor desde el dolor de haber amado y la reincidencia en el mismo desde el sufrimiento, aunque este sea regulado: “Quizá sea el dolor/el que reconoce/a quien ama mal”. Es el encontrarse en soledad después del amor, y es enumerar lo que hubo: el juego, el tiempo que ha pasado, ese sentimiento en rojo y negro (a lo Stendhal), preguntas y silencios. Y en medio de ese silencio vendrán las reflexiones, demasiado ruidosas, que llenan la espera, y donde la vida “pesa-pasa-pisa”. La respuesta es sobre lo que no es, porque en cada negación puede verse su contrario.

En Entre el ruido y la vida hay una confusión entre el ser y la esencia de las cosas, y hay partículas, partes, extractos, máximas. El ruido viene de las voces, tanto las de afuera como la voz interior, que le reclama. Hay, también, una observación del mundo, desde el ser y el hacer, y como discernimiento. La serpiente, quien dice la verdad, a que se alude, es una de las formas del pecado (Génesis 3:1, y Génesis 2:19).

“Quizá sea el dolor

el que reconoce

a quien ama mal”

Lo principal del tercer poemario, Aunque no haya nadie, es la ausencia, que pasa por una cierta extrañeza y un vacío (hoy no vino nadie) y por los que estuvieron antes; y por los caminos, las opciones que se abren, duales: muerte y vida, soledad y compañía..Sobre la ausencia, el trabajo del psicólogo y psicoanalista Alain Ferrant propone un cambio de perspectiva donde sostiene que se trata de un engaño: “lo que comúnmente llamamos ausencia se remite siempre a una forma o modalidad de presencia”, escribe en el artículo “La ausencia y sus afectos”, publicado hace diez años en Revista Uruguaya de Psicoanálisis. Más adelante dice: “…propongo la idea de que lo que llamamos ausencia es en realidad una forma de presencia desequilibrada por el desfallecimiento de lo que Freud (1915) llama la prueba de realidad y que compromete en primer lugar al cuerpo, a la motricidad, al aparato perceptivo y a la destructividad”. La palabra «ausencia» está formada a partir de latín «abstensia», que significa “lo que está a lo lejos” (pero de alguna manera está, existe). Si el primer poemario de Palomas era la infancia y el siguiente la adolescencia, en este llega la adultez, la mayoría de edad, y queda atrás lo que pudo ser y no fue. Entonces, sin dejar tiempo a nada, golpea, como la gota que horada la roca, el silencio: “Saber que hoy/no llegará nadie,/que no esperamos a nadie./Y que no siempre fue así”.

“Saber que hoy

no llegará nadie,

que no esperamos a nadie.

Y que no siempre fue así”

Por último, en Quiero, el autor manifiesta que después de saber todo lo que no se quiere, un conocimiento que le ha traído la experiencia, tanto desde el dolor, la ausencia y el silencio, ahora pondrá énfasis en términos positivos, buscará la felicidad. Es cierto que hay un abismo que separa, según escribe, “lo que soy/y lo que ya no seré”, pero buscará que lo real sea posible: “Con más de media vida/a mis espaldas/he aprendido a querer distinto”, sin molestar. Comenzará otra etapa, porque ha aprendido a vivir y ahora, sabe qué es lo que quiere. No es el querer desesperado de Antonio Machado, que decía “En tu boca roja y fresca/beso, y mi sed no se apaga,/que en cada beso quisiera/beber entera tu alma”. Incluso estará compuesto por varios registros del querer, pero buscará que haya sinceridad y para ello nos dará una serie de consejos como especie de máximas. Los quereres, en forma resumida, serían: querer, entender, admirar, tocar y hablar. Porque también “somos lo que no elegimos”. Y entonces, definitivamente, el poeta dirá que podrá “flotar en mi deriva”.

 

Sergio Schvarz es narrador, poeta y periodista. Reseña libros en diversos periódicos impresos y portales web como El Día, La Unión, Quincenario Página 16 , Semanario Sol y Luna de Uruguay y El Día de México. Sus cuentos y poesías están publicados en varias revistas de América Latina.

 

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