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Fantasmas de la ciudad, relatos en torno al viaje y a Barcelona de Aitor Romero Ortega

No sorprende, al detenerse en la biografía del escritor Aitor Romero Ortega (Barcelona, 1985), que haya publicado crónicas de viaje. En su primer libro de relatos, Fantasmas de la ciudad, el viaje es un denominador común en cada uno de los textos: ocho cuentos precedidos por un prólogo que bien podría ser un cuento en sí mismo. Los personajes de Romero Ortega se desplazan de una ciudad a otra con distintos motivos: la búsqueda, la huida o el regreso. Precisamente en el “Prólogo inventado”, que sirve como declaración de intenciones ante lo que el lector está a punto de descubrir, el protagonista es un escritor que vuelve a su lugar de origen y dialoga sobre literatura con un fantasma.

“La ciudad es un artefacto narrativo de primer orden que se multiplica sin cesar ante el intento de ser delimitado”, reflexiona en uno de los primeros pasajes. No tendría mayor mérito la pericia del autor en la construcción de los personajes sin la importancia que otorga a las ciudades por las que transitan. Barcelona como centro neurálgico, Madrid, Grenoble, Chambéry, Nashville, Montevideo, Buenos Aires, Roma o Mostar se convierten en sujetos activos de cada una de las historias que allí transcurren. Los relatos de Fantasmas de la ciudad no contienen giros imposibles ni se caracterizan por una abrumadora originalidad, pero son brillantes recreaciones de un espacio, una época y, por tanto, una circunstancia vital, que es la que toma Romero Ortega como pretexto para contar cada una de las historias.

No todo lo narrado en este libro forma parte de la ficción. En el primero de los relatos, “Conexión Montserrat”, León Trotski —personaje real— asume el protagonismo de la trama, que no es más que el periplo en España del líder bolchevique. De fondo, la Europa de entreguerras constituye un contexto de lo más literario para completar un relato que tiene forma de ensayo o reportaje periodístico. “La colmena, un cuento popular urbano” es el otro texto que se acoge a una historia verdadera. La curiosa vida de “El Kubalita”, el hijo ilegítimo del futbolista Kubala, sirve a Romero Ortega para construir un relato sobre la idiosincrasia de Barcelona en diferentes épocas. “Esa Barcelona que empezaba entonces a avergonzarse al descubrir que se había transformado en un mero escaparate”, dice refiriéndose al inicio del siglo XXI.

La cita de Ricardo Piglia que precede al libro, “La literatura se construye sobre las ruinas de la realidad”, representa esa constante entre realidad y ficción que se sostiene a lo largo de Fantasmas de la ciudad. Romero Ortega ha incluido a figuras históricas tan interesantes como Trotski, Bob Dylan, Cesare Pavese o Kubala en la amplia amalgama de personajes que aparecen en la obra. A partir de este reparto tan variopinto, el autor ha tratado los conflictos emocionales entre ellos con una pasmosa habilidad, desde las relaciones familiares o parentales hasta la propia relación consigo mismos, siempre al borde de la decadencia y nunca satisfechos con sus vidas.

De artes, viajes y autores.

Por otro lado, son incontables las referencias a obras y autores de distintas disciplinas artísticas en este libro. Desde la literatura en “Hotel Torino”, el magnífico cuento en el que un escritor recuerda a su padre a través de una obra de Pavese, hasta las numerosas alusiones a la cultura popular contemporánea. El cine en “Naima”, un relato tan completo que bien podría ambicionar un proyecto de novela; el fútbol en el dedicado a “El Kubalita; y la música rock, jazz y country en “Nashville Skyline” y “Dylan en Grenoble” conforman el amplísimo abanico de referencias pop del autor que recuerda a la Generación X española: José Ángel Mañas, Ray Loriga, Benjamín Prado…

El citado “Dylan en Grenoble” desmiente lo narrado en el que lo precede, “Nashville Skyline”, acerca de su viaje a Estados Unidos y el falso divorcio con su esposa. No es la primera ni la última ocasión en la que el narrador interviene en el relato. Es sorprendente la maestría con la que el autor juega con la voz narradora, que puede ser omnisciente y de pronto convertirse en un personaje, o bien pasar sutilmente de la tercera persona a la primera. El leitmotiv es otro de los recursos más significativos del libro. Barcelona y la cerveza aparecen en casi todos los relatos.

“El viaje a Italia es un mito de la cultura occidental”

Asimismo, conviene reseñar la lucidez de Romero Ortega en sus reflexiones sobre política, historia o literatura. En concreto, su particular visión sobre Occidente —“El viaje a Italia es un mito de la cultura occidental”—, Europa —“hecha en exclusiva de estaciones y de los retales de ciudades que están a su alrededor”— o España —“esa media España que como bien escribió Gil de Biedma trataba a la otra media con el desprecio total del que solo es capaz un pueblo de cabreros”— muestra los distintos ángulos sobre los que incide la perspectiva del autor.

Fantasmas de la ciudad es la apuesta fuerte de un narrador que debuta en un primer libro de relatos. Asume los riesgos que se le suponen a un autor joven, y sin embargo la madurez de su prosa, fluida y sin artificios, se erige como un perfecto contrapunto de equilibrio. Si su primera novela, Deflagración, asombró a buena parte de la crítica y fue seleccionada como finalista del Festival de Primera Novela de Chambéry, Fantasmas de la ciudad es la consagración de una voz nueva que ha venido a quedarse.

 

Jaime Cedillo (@JaimeCedilloMar) es periodista, músico y poeta. Colabora con El Cultural, publicación del diario El Mundo y con otros medios de comunicación. Se graduó en Periodismo y Comunicación Audiovisual por la Universidad Rey Juan Carlos I y cursó el Máster de Crítica y Comunicación Cultural de la Universidad de Alcalá de Henares.

 

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