En El examen de ingenios de José Manuel Caballero Bonald se retratan artistas diversos

Escribir sobre otros puede resultar una tarea compleja. No ocurre así con la lectura de estos breves ensayos de José Manuel Caballero Bonald compilados en Examen de ingenios (2017), libro que revela algunos detalles sobre personajes de la más variada escena artística e intelectual hispana del siglo XX. Este poeta, novelista y ensayista español tiene una vasta obra que le ha conferido notables y elogiosas críticas. Su poesía es una de las más prolíficas en la lengua española, y su prosa, aunque menos extensa que su poesía, también le ha valido una apreciación significativa. En casi 91 años de vida ha forjado una productiva carrera literaria que le ha merecido los más importantes reconocimientos y galardones de parte de la crítica especializada: Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (2004), Premio Nacional de las Letras Españolas (2005), Premio Nacional de Poesía (2006) y Premio Miguel de Cervantes (2012).

Este poeta nacido en Jerez de la Frontera (España), prestado muy bien a la prosa, resalta en Examen de ingenios rasgos que retratan a personajes de los diferentes escenarios de la cultura hispana: poetas, narradores, artistas del flamenco, músicos, entre otros. La manera de mirar a estos autores le da un carácter especial al libro. El autor dibuja desde su particular visión cada uno de estos personajes de la historia, la literatura, el arte y la vida pública en general. No se nos hace indispensable como lectores conocerlos a todos. Basta mirar desde los ojos de Caballero Bonald para quitar el velo y conocer o reconocer a las figuras aquí retratadas.

Vale acotar que utiliza una prosa rica en matices subjetivos que, aun así, se acopla a un trabajo respetuoso con los lectores; pues no nos obliga a congraciarnos con ninguno de los personajes descritos, pero nos acerca desde algunos datos biográficos y desde sus propias remembranzas personales con estos talentos. No los percibe solamente desde la intelectualidad; en estas semblanzas también se expresa el hombre que contempla desde la humildad, pero que ha vivido suficiente (casi un siglo) para tener la propiedad de contarnos algunos detalles que él, desde su agudeza y perspicacia lingüística, ha decidido mostrarnos.

Tal como lo vemos en la semblanza de Gabriel Celaya: “La poesía de Celaya (…) se ha ido ajando sin remedio. Como toda poesía de urgencia (…) adolecía de no pocas precariedades estilísticas (…) además escribía de modo anhelante y como instado a no dejar de hacerlo, que es lo que le ocurría también con el consumo etílico, y su producción alcanzó cotas más bien abusivas”.

“La poesía de Celaya (…) se ha ido ajando sin remedio. Como toda poesía de urgencia (…) adolecía de no pocas precariedades estilísticas”

Algunos de estos retratos nos muestran a un Borges brillante, así como hermético y morbosamente hostil; un Azorín pulcro y muy parsimonioso, al que celebra su visión de nuestras voces clásicas literarias, pero que desaprueba en su ligereza para valorar algunos autores de los siglos XIX y XX; una Rosa Chacel muy inteligente, e insospechadamente apasionada de la buena mesa; un Antonio Mairena en su impecable técnica del arte del flamenco, pero con una terrible ortografía. Así también nos percatamos de la gran admiración que Caballero Bonald siente hacia Octavio Paz, y que reconoce sin misterio alguno.

O el caso de Gonzalo Torrente Ballester, a quien en su obra, eleva y desciende con el mismo rigor crítico: “Después de Don Juan y de la Saga-fuga de J.B., que son realmente experiencias estéticas muy válidas, definidoras con toda probabilidad del mejor Torrente, algo se enrareció en su diligente actividad creadora, pues a poco inicia la publicación de un farragoso número de novelas apresuradas, cortas de vista, pueriles, innecesarias”.

El autor nos induce al mundo artístico y personal de estas y otras celebridades, sin dejar de lado la riqueza de las anécdotas que otorgan al texto un sentido diferente; más cercano al mundo real, más íntimo, tal como sucede en este fragmento sobre La Niña de los Peines: “Mairena era un devoto fidelísimo de Pastora y bajamos al sótano a saludarla (…) De pronto, empezó a tararear a media voz. Era un vestigio de cante, (…) era quizá su manera de darnos a entender que las cosas estaban ya despedazadas y que por qué maldita razón iba a querer nadie recomponerlas”.

“Era un vestigio de cante, (…) era quizá su manera de darnos a entender que las cosas estaban ya despedazadas y que por qué maldita razón iba a querer nadie recomponerlas”

Caballero Bonald acude a la memoria para traer a colación pequeños cuadros de la vida de estos personajes, así como de algunas anécdotas y reflexiones que de primera mano compartió con ellos en algún momento de su vida, y que en este ejercicio poco más o menos fotográfico, registra en cinco momentos generacionales: 1898, 1914, 1927, 1936 y 1950. De este modo, sella su examen con ojo crítico pero muy intimista de estos 94 ingenios. ¿Por qué esa cantidad? ¿Por qué estas figuras y no otras? Él lo sabrá. Nos basta con saber que el examen ha sido aprobado y respaldado por sus lectores.

 

Geraudí González (@PrincesaGera) es crítica literaria, académica, autora e investigadora de la “microficción” y actriz.

 

Tags:
0 shares
  1. Aarón Hari
    6 agosto, 2017

    Excelente reseña, Geraudí.
    Aquí cuelgo algunos versos de este gran español, son de su poema Documental.

    “¿A quién le pediremos
    cuentas, qué tribunal podría
    purgar la podredumbre de la historia?
    ¿Para qué tantos símbolos
    de fraudulentas crónicas de fe?”.

  2. 22 agosto, 2017

    Gracias por tu lectura, Aaron! Muy pertinentes estos versos.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *