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En 20 cuentos, Vindictas revela la intensa producción literaria de las mujeres del siglo XX

Mientras los políticos, los militares, los periodistas y los historiadores se pasan la vida poniendo etiquetas de antagonismos sobre las cosas, los jóvenes, el pueblo y sobretodo las mujeres (…) nos encargamos de barajar las etiquetas estableciendo (…) la cordial confusión

Teresa de la Parra, 1930

Vindictas: Cuentistas latinoamericanas reúne relatos de veinte escritoras, incluyendo a la española María Luisa Elío (1926-2009), exiliada republicana en México, con el objeto de revelar que aunque ahora sea virtualmente desconocida, durante el siglo XX, la producción literaria de las mujeres en el Nuevo Mundo fue fértil, intensa y, principalmente, numerosa.

La antología es una publicación conjunta de la editorial madrileña Páginas de Espuma y la Universidad Nacional Autónoma de México, como parte de la colección homónima, creada en 2019, por la Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial de esa institución educativa, conocida como Libros UNAM, que dirige Jorge Volpi. Socorro Venegas y Juan Casamayor son responsables por la selección de los relatos; la primera es escritora, editora y ha dirigido proyectos editoriales en el Fondo de Cultura Económica y la UNAM; el segundo fundó hace veinte años la citada editorial que dirige con un interés específico: publicar la mejor narrativa breve escrita en castellano.

La iniciativa de Vindictas responde a la necesidad de correr la cortina impuesta sobre la escritura de mujeres por periodistas, críticos, académicos y escritores que construyeron un canon androcéntrico de la narrativa latinoamericana. La convicción que guía este trabajo es la imposibilidad de hacer antologías serias sobre el relato en la región si no se toma en cuenta la mitad de la producción literaria, realizada por mujeres. El libro trae al plano consciente lo fundamental que es leer escritoras, en especial, a las del siglo pasado que constituyen la genealogía de las que escriben en este momento. Venegas advierte que, para logarlo, los lectores tienen que hacer el esfuerzo de buscarlas. “Esto no es sencillo: no se las van a topar en las mesas de novedades ni en otras antologías”, puntualiza.

 

Las que están: cuerpo, sexualidad y violencia.

Vindictas reúne textos de autoras nacidas entre las décadas de 1930 y 1950, aunque hay seis de ellas que nacieron antes, incluida la antes nombrada Elío. Ellas son la boliviana María Virginia Estenssoro (1902), la dominicana Hilda Contreras (1913), la hondureña Mimí Díaz Lozano (1928), la uruguaya Armonía Somers (1914) y la chilena Marta Brunet, que es la más mayor y nació en 1897.

Los relatos reunidos en esta antología no están organizados por los criterios tradicionales, como de forma cronológica, de la fecha de publicación de los cuentos o la fecha de nacimiento de sus autoras. El criterio es más orgánico, acorde con el que prima para cualquier cuentista cuando organiza sus obras. Los relatos se suceden según sus temas, que incluyen la identidad femenina, el cuerpo y la sexualidad o la violencia de género. Sobre la identidad y “el lugar” de la esposa tratan cuentos como “Inmóvil sol secreto” de la mexicana María Luisa Puga, “Reunión” de la ecuatoriana Gilda Holst, “Una perfecta desconocida” de la nicaragüense Mercedes Gordillo, “Cuando las mujeres quieren a los hombres” de la puertoriqueña Rosario Ferré, “Guayacán de marzo” de la panameña Bertalicia Peralta y “De la que amó a un toro marino” de la costaricense Magda Zavala. Sobre el cuerpo y la sexualidad hay verdaderas joyas como los cuentos de la colombiana Marvel Moreno, “Barlovento”; “Las chicas de la yogurtería” de la peruana Pilar Dughi y “Sur” de la venezolana Silda Cordoliani.

“Es la mitad del continente la que tenemos incompleta”

Socorro Venegas

La violencia y la necesidad de empoderamiento de las mujeres son los temas que más se repiten en Vindictas, con distintos matices como por ejemplo se lee en “La sangre florecida” de la paraguaya Susy Delgado, “Cómplices de extraños juegos” de la argentina María Luisa de Luján Campo o “Jacinta Piedra” de la salvadoreña Mercedes Durand, cuentos que muestran tres maneras diferentes de relatar la muerte. El asunto de lo violento, pero desde la indiferencia es el tema de los bien logrados relatos de la cubana Mirta Yáñez, “Nadie llama de la selva” y de la guatemalteca Ivonne Recinos, “Desaparecida”.

La producción literaria de estas mujeres coincide con el advenimiento de la tercera ola del feminismo, cuya agenda era lograr la plenitud de los derechos civiles. Los temas señalados antes dejan en evidencia que si bien la universidad era una posibilidad para cada vez más de ellas, la vindicación de los derechos sexuales y reproductivos era todavía materia pendiente. Es por esa razón que muchas mujeres de las nombradas en este artículo fueron rechazadas por la crítica de su época. Al hablar de temas que estaban en boga pero desde su perspectiva femenina como su sexualidad, el aborto o el hartazgo del esposo y de los hijos se hacían incómodas para la sociedad. Fue entonces cuando actuaron los moralistas las desaparecieron.

Ni periféricas ni extrañas ni «contracanon».

Para evitar el ánimo “canonizador” que guiaba a las antologías del pasado, Venegas y Casamayor no se atreven a llamar a las autoras de Vindictas las veinte mejores cuentistas del continente, porque temen que eso sirva para invisibilizar a otras escritoras valiosas aún desconocidas. Y, de hecho, evitan a toda costa las etiquetas. Porque han sido las etiquetas las que han contribuido a relegar al olvido el trabajo de las mujeres.

“Encuentro más similitudes entre estas escritoras, sus preocupaciones y su abordaje desde la literatura a las autoras del siglo XXI que a los escritores de su época”

Juan Casamayor

Venegas rechaza el apelativo de “periféricas” para describir a estas autoras, pues la palabra permitiría “normalizar el lugar al que ellas han sido llevadas”. Es decir: significaría una afrenta adicional a las ya padecidas por ellas y sus obras. Casamayor tampoco se atreve a clasificarlas de “contracanon” porque su escritura “con todas las diferencias sustanciales y de matices que pudieran tener con la desarrollada por los hombres no estaba hecha para ir en contra del canon, sino para formar parte de un discurso lector y literario de su época”. Tampoco son “extrañas” en la literatura latinoamericana, como ciertos periodistas han querido hacer creer. Eran y son mujeres de su época que han trabajado tanto como sus contemporáneos hombres y que han sufrido el castigo de que su obra se la llevara el viento.

Un trabajo que queda para futuras antologías o en el caso de que quienes trabajaron en Vindictas elaboren un segundo tomo es la inclusión de narraciones desde los motivos afroamericanos y la herencia amerindia, visto que el mestizaje fue el gran asunto del pensamiento latinoamericano durante buena pare del siglo XX. Desde aquí, la recomendación como lectores solo puede ser la misma que hace Venegas: ir a las librerías para revolver las mesas de novedades y conseguir a las escritoras detrás de la cortina de las bibliotecas.

 

Michelle Roche Rodríguez (@michiroche) es narradora, periodista y crítica literaria. Es autora de la novela Malasangre (Anagrama, 2020), del libro de relatos Gente decente (Premio Francisco Ayala, 2017) y del ensayo Madre mía que estás en el mito (Sílex, 2016). Su página web es http://www.michellerocherodriguez.com

 

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  1. Estelio Mario Pedreañez

    Recomiendo a todos que vean el video con la excelente entrevista a tres voces que enriquece la reseña escrita, que explica la idea matriz de esta necesaria antología de escritoras en la cuentistica hispanoamericana del siglo XX porque es un hecho que fueron discriminadas, excluidas, invisibilizadas y ahora reivindicadas.

  2. Julieta Roche

    Magnifica entrevista con Socorro Venegas y Juan Casamayor.
    Estos conceptos que están surgiendo dentro de la crítica literaria, estos nuevos enfoques con los cuales tenemos siglos de deuda,enriquecerán posición de nuestras escritoras.
    JulietaRodriguez

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