Patricio Pron: “Lo que necesitamos son nuevas utopías, no las tergiversadas hasta el hartazgo”

No siempre resulta fácil saber qué reflexión puede desencadenar el argumento de una novela, pero en autores como Patricio Pron, cuya obra se articula alrededor de la preocupación sobre las implicaciones éticas de la producción cultural, ni las vacaciones son excusa para apreciaciones literarias inocentes. Así, una visita casual a la Casa de Pablo Neruda en Valparaíso fue el germen de su más reciente libro, No derrames tus lágrimas por nadie que viva en estas calles. Al principio, el énfasis especial que el recorrido por ese museo pone sobre la participación del poeta chileno en el II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura de 1937 fue motivo de una broma privada con su esposa, Giselle Etcheverry. Pero, con el tiempo, el autor nacido en Argentina en 1975 entendió que “en esos momentos tan específicos de la historia de la literatura en los que su producción estaba asociada (para bien o para mal) con una toma de posición política explícita y escasamente crítica podían servir para iluminar cierto estado actual de la literatura contemporánea, en el que las adhesiones parecen menos relevantes y menos políticas, aunque, en su supuesta apoliticidad, lo son absolutamente”. El resto fue el repaso de sus obsesiones, el trabajo de trascender la propia historicidad junto a la lectura de autores situados del lado “incorrecto” de la historia. Y, por supuesto, el oficio de narrar.

– ¿Es toda escritura literaria también política?

– Sí, naturalmente. En libros como éste, la pregunta es la de los vínculos entre arte y vida, pero esa vida de la que se habla es siempre la propia, la del autor. Y la pregunta a responder es, en la mayoría de los casos, al menos en mis libros, cómo se produce una literatura cuya política apunte en la dirección deseada por mí y no en la que establecen el negocio del libro o las inevitables interpretaciones de los lectores; de qué manera, digamos, se produce una literatura que se articule en una cierta ética, más que en el moralismo con el que los autores suelen concebir sus libros, en particular aquellos que presumen de hacer una literatura “realmente” política, y el moralismo con el que algunos lectores leen.

– ¿Estamos en la época del fracaso de las utopías?

– No lo creo: esas utopías se han vuelto especialmente necesarias desde el momento en que alguien decretó el fin de la Historia y el fracaso de los proyectos de transformación de la vida, también (y sobre todo) de la vida política. Ahora bien, parece bastante obvio que lo que necesitamos son nuevas utopías, no las tergiversadas hasta el hartazgo.

– El libro comienza con una cita de Gramsci “el viejo mundo está muriendo y el nuevo aún lucha por nacer…” ¿Cómo el complejo presente representa una oportunidad para la literatura?

– A lo largo de la Historia, los mejores textos han sido producidos en momentos de zozobra; si este no parece el caso por el momento, posiblemente esto se deba a la imposibilidad por parte de cientos de escritores de pensar algo más allá de sus propios intereses y necesidades, incluso de pensar en su propia historicidad. No derrames tus lágrimas […] es una manifestación de una actitud por completo distinta: la de pensar la naturaleza histórica de la literatura y concebirla, no al margen de sus ciclos, sino completamente sometida a ellos, extrayendo todo su sentido del momento y del lugar en que esa literatura es producida.

«la pregunta a responder es, en la mayoría de los casos, al menos en mis libros, cómo se produce una literatura cuya política apunte en la dirección deseada por mí y no en la que establecen el negocio del libro o las inevitables interpretaciones de los lectores»

– Entre No derrames tus lágrimas… y El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia hay vínculos como la noción cíclica de la historia personificada en el cambio generacional, la figura del padre que busca a alguien que ha desaparecido en extrañas circunstancias o la exploración de la relación entre literatura y política. ¿Piensas que estamos marcados intelectualmente por las decisiones de nuestros padres tanto como por las nuestras?

– Muy posiblemente, mientras escribía la novela (y, en ese sentido, es una suerte que no haya que hablar de los libros antes de haberlos escrito, o al menos que se me permita que, a diferencia de muchos colegas, yo no lo haga), hubiese respondido que el vínculo con El espíritu de mis padres […] es menos importante de lo que señalas. Pero ahora creo que tienes razón: los dos libros apuntan a una cuestión esencial para mí, que es la de las muchas cosas que la Historia hace con nosotros y lo que nosotros hacemos con ella.

– Los juicios de valor que emiten los distintos personajes de esta obra requirieron una revisión exhaustiva de autores que se han convertido en incómodos para la cultura contemporánea, ¿qué descubriste con esta nueva lectura? ¿Cómo volver sobre Marinetti o Knut Hamsun puede arrojar luces sobre el presente?

– Al margen de los méritos literarios de ambos, que son muchos, creo que leerlos en la actualidad supone un correctivo a la idea tan extendida en nuestros días de que no deberíamos leer los textos al margen de consideraciones sobre la moral y/o la ideología de sus autores. Hamsun y Marinetti (pero también Louis-Ferdinand Céline, o los surrealistas, que fueron profundamente reaccionarios en sus convicciones políticas) son autores en torno a los cuales orbitan cuestiones centrales para nuestra forma de leer: ¿Dónde está la política de la literatura? ¿En sus formas o en sus argumentos? ¿Qué importancia tienen en su producción las ideas y los prejuicios de sus autores? ¿Y el género? ¿Debemos leer sólo a aquellos autores que nos “caigan bien”? En ese caso, ¿qué nos perdemos? ¿Cómo ponemos a prueba nuestras propias convicciones? ¿Cómo salimos del laberinto de una literatura supuestamente de izquierda pero formalmente conversadora, inane, y de una literatura aparentemente conservadora pero revolucionaria en sus métodos, dotada todavía de fuerza y originalidad?

Michelle Roche Rodríguez (@michiroche) es narradora, periodista y crítica literaria. Es autora del libro de relatos Gente decente (Premio Francisco Ayala, 2017) y del ensayo Madre mía que estás en el mito (Sílex, 2016). Su página web es http://www.michellerocherodriguez.com

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