Isbrük, el extenso poema de David Vicente que es una novela breve

Una historia construida alrededor de la descripción de la soledad de sus personajes, donde la poesía sustituye a una trama “sin principio, sin final” es el argumento de la novela breve de David Vicente, Isbrük, que le hizo merecedor de la cuadragésima octava edición del Premio Internacional de Novela Corta Ciudad de Barbastro.

Anja, Andreas, Luissa, Tobias, Olträf, Hàlkon y otros seres con la cara borrosa deambulan por el pueblo costero de Isbrük, que en realidad no es más que “un conjunto de casas diseminadas encerradas en un valle”, mostrando sus existencias con menos gloria que pena, como fantasmas de la realidad, similares a los habitantes más muertos que vivos del pueblo creado por el mexicano Juan Rulfo en su clásico experimental de 1955, Pedro Páramo. “Doy vueltas en círculo, me detengo en cada uno de los puestos, finjo que me interesa lo que ofrecen. Las mujeres charlan en corrillos, se lamentan de su infortunio, para al rato resignarse. Es la vida, dicen. Los días se han ido acumulando en sus espaldas, silenciosos, uno tras otro, días iguales a otros días, que forman una pesada mochila que se han acostumbrado a portar”, explica el personaje de Anja, cuyo punto de vista abre el relato coral de Vicente, sobre la relación entre el sentimiento individual y colectivo de la soledad, esa melancólica carencia voluntaria o involuntaria de compañía convertida en uno de los principales dramas modernos.

Durante la presentación de la novela y del premio en Madrid, la poeta y narradora Inmaculada Chacón celebró lo conciso de la obra de Vicente, por unir lo mejor de la poesía y de la narrativa para expresar la mayor cantidad de información en el menor número de palabras posibles: “Creo que eso es lo que hace grande a la literatura, cuando eres capaz de sintetizar y expresar a través de muy pocas palabras puedes mostrar muchas emociones y sentimientos, muchas inquietudes que nos tocan a todos. Y eso es precisamente lo que hace esta novela: con las palabras medidas, exactas, calibradas y, al mismo tiempo, con una prosa sencilla que transcurre fácil, nos va empapando como la lluvia fina, que al final nos atrapa. La pregunta que a mí me queda al final es: ¿Qué es Isbrük? Porque el propio Isbrük se pregunta a sí mismo ‘quién soy’”. La certeza que le queda al lector es que Isbrük somos, o podemos ser, todos; “puede que tú también seas uno de los integrantes de esta farsa” , escribe Vicente buscando camaradería con el lector: “Puede que tú también habites en Isbrük, aunque no lo sepas”. Es este giro dramático el que otorga a la novela la cualidad de fábula sin tiempo ni espacio que apunta a la universalidad y que resulta su aspecto más interesante, porque la poesía y la concisión tenían ese objetivo: la ejemplaridad.

Es la intención moralizante de Isbrük subyacente por debajo del tema de la soledad la que construye una historia de amor fallida entre seres que se adoran pero que no saben vivir juntos. La relación sentimental entre Anja y Andreas, así como la que cada uno construye con su hija, Lluisa, es el núcleo donde se fundamentan el resto de las interacciones en la novela. “Me enamoré de la tristeza de Anja. Creí que podría convertir la chica triste en una chica feliz. Creí que podría curar mi propia tristeza curando la de Anja. No fue así”, se lamenta Andreas, un pescador, un “hombre pez”, como lo describe su mujer, Anja, que lo espera en tierra. Pero el propósito didáctico no debe alejar al lector cínico de la actualidad de Isbrük. Eminentes ejemplos del género de la novela breve como Cándido de Voltaire, El principito de Antoine de Saint-Exupéry o El decamerón de Boccacio —obra que algunos críticos argumentan es la primera colección de relatos de la historia— apelan a lo pedagógico. Porque, en el fondo, ¿qué es la literatura sino un laboratorio de emociones y acciones?

 

Michelle Roche Rodríguez (@michiroche) es narradora, periodista y crítica literaria. Es autora del libro de relatos Gente decente (Premio Francisco Ayala, 2017) y del ensayo Madre mía que estás en el mito (Sílex, 2016). Su página web es http://www.michellerocherodriguez.com

 

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